sábado, 8 de marzo de 2008

La suerte no es pareja


El día Viernes fue poco usual climatológicamente hablando (que profesional suena). Como que quería y no quería llover, y los periodistas decían en la TV "se han presentado chubascos en la zona Oriente que han pillado por sorpresa a los vecinos". O sea, "si va para arriba, no sea gil, no vaya en pura camisa, lleve paraguas abrigo botas impermeable y a ser posible, un traje de buzo".

Para no ser porfiado, agarré una chaqueta de mi hermano y salí. Las pocas gotas que caían, se detuvieron apenas pisé la vereda afuera de mi casa. De todas formas ya no me iba a devolver a dejar la chaqueta. Me cagué de calor en el Metro (no me pude la sacar porque eso equivalía a quitarle su lugar en el vagón a un enano de circo). Llegué al trabajo, sin recibir niuna gota, y al rato, se puso a llover. "Que suerte", pensé.

A la salida, lo mismo. Llegué a mi casa sólo con un par de chispitas de agua en el hombro, y al rato de que entré, empezó a llover. Pero no era lluvia solamente; era un aguacero. "Que suerte", pensé denuevo. El agua caía como lanzada con furia desde el cielo.

Me llamó mi hermano. Se vio un flash de luz en el cielo.
-Oye. ¿Me podís venir a buscar?
Sonó un trueno, de forma estridente, sea lo que sea que eso signifique.
-¡El fin se acerca!- le dije - La media cagá con la lluvia. ¿Pediste prestado el auto?
-No, pero da lo mismo, ven a buscarme que hay el medio aguacero.
-Ya bueno.

Le corté, e inmediatamente recordé que mi casa no se caracteriza por ser impermeable. Hay un sector, una pieza en particular, que tiene un diseño extraño en el techo, bajadas de agua muy angostas, y un trágico historial de maestros de techo chantas, todo ello debido a que antiguamente solía ser un patio interior. Pensé que debía ir a revisar ahí. Hubo otro flash en el cielo. Escuché una gotera que empezaba a golpear con el piso. "Tendré que ir a buscar un lavatorio", pensé. De pronto, otra gotera. Y otra. Y otra, y otra más. La próxima ya no era gotera, era un chorrito de agua que golpeaba el piso. Y todas las goteras se comenzaban a transformar en chorritos también, y comenzaban a salir más desde la canoa de tubos fluorescentes de la pieza. La pieza empezaba a parecer fuente de parque. "Tendré que ir a buscar hartos lavatorios", pensé, mientras corría a la pieza de lavado. Sonó otro trueno, muy fuerte.
Distribuí los lavatorios para que atraparan el mayor porcentaje posible de chorritos de agua. La pieza parecía lavandería después de un terremoto. Llamé a mi hermano.
-Oye, no te voy a voy a poder ir a buscar.
-¿Por que?
-Porque me estoy ahogando. ¡ahhh! ¡El agua me persigue!
Le corté.

El agua comenzaba a fluir por debajo de algunos muebles de la pieza. Empecé a mover todo lo que se estaba mojando, aspiradora, enceradora, un balón de gas. Iba de un lado a otro buscando el trapeador, y no lo podía encontrar. El agua avanzaba como en esas películas donde el tipo esta atrapado en una pieza-trampa y eventualmente se va a ahogar. Bueno, no iba subiendo, pero avanzaba hacia los lados, como tratando de entrar al resto de las piezas, a MI pieza, amenazando con destruir todo aquello por lo que valía la pena vivir: La TV, el computador y la cama.

Finalmente encontré el trapeador; vaya a saber uno por qué, pero estaba separado en 3 partes, en 3 lugares diferentes de la casa. Me puse a recoger agua. Entraba más agua de la que podia recoger. Por suerte la lluvia iba disminuyendo en fuerza y frecuencia... que rico, trabajar toda la semana esperando la llegada del Viernes, para llegar a la casa y seguir trabajando... aunque en un área algo diferente.

Luego de un rato, llegó mi mamá, y mi hermano. Sabíamos que en este momento las canaletas de agua en el techo debían parecerse mucho a las calles de Venecia, así que mi hermano me ayudó a subir al techo, en una misión suicida, como tantas otras veces. Iba bien tapado para no morir de hipotermia pero sin embargo, cuando me disponía a subir, dejó de llover. ¡Que suerte!

Arriba realmente las canales eran ríos. Era lógico que el agua se entrara, por alguna parte tenía que fluir, y las bajadas tenían tapones naturales de mugre. Metí la mano al agujero de la bajada de agua, removiendo una materia negra y viscosa, supuestamente hecha de barro, hojas y polvo, en grandes cantidades. El agua comenzó a bajar rápidamente, y las goteras poco a poco se fueron terminando. Después de limpiar un poco las canales, me bajé de techo. Todo estaba arreglado. Al menos ahora, si empezaba a llover, todo funcionaría bien.

Una vez que entré a la casa, sin haberme mojado casi nada, comenzó a llover denuevo. ¡Que suerte tengo!