viernes, 24 de octubre de 2008

Crónica del tamaño, y de una pequeña muerte


Estaba en clase de Matemáticas, cuando vi a una chinita (el insecto por supuesto, no una mujer asiática) rondando por mi puesto. Se paseaba por el cuaderno y las guías que tenía repartidas por el banco. Como normalmente hago, le puse mi dedo como obstáculo, para que se subiera, y luego la elevé con la intención de que volara. Pero no volaba, y se dedicaba sólo a caminar. Aparentemente tenía dañadas las alas. Para poder escribir, la volví a dejar en el banco, pero insistía en subirse a mi cuaderno. La puse en el lápiz, y por ahí se paseba mientras yo escribía.

Luego de no prestarle atención por un rato, la perdí de vista. Me pareció haberla visto bajar por delante del banco, pero no estaba seguro. La miré por el suelo, y entre mis papeles. La verdad, no quería pisarla o algo así. Terminó la clase, y no pude pillarla. Guardé mis papeles y mi cuaderno en la mochila, y con la esperanza de que hubiera volado por ahí, me fuí.

Ya de noche, en mi casa, tomé unas guías que necesitaba para estudiar, una de las que estaban en el banco. Al abrirlas, me encontré al insecto aplastado contra el papel y rodeado de una materia amarilla. Seguramente lo aplasté cuando guardé las cosas, pese a tanto que lo busqué sin resultados. Me pregunté: ¿Quizás no hubiera muerto si no la hubiera buscado tanto?. Pero si no hubiera muerto, tal vez se la habría comido una lagartija al salir por la ventana. O la habría pisado alguien. Nunca lo sabré.

Me sentí culpable. Pensé "bueno, la mayoría de la gente diría 'que más da, es sólo un insecto de tantos que hay' ". Pero la verdad, es que siempre me he sentido culpable de matar criaturas, incluso insectos, cuando siento que no hay ningún motivo.

Cuando encuentro una araña de rincón en mi casa, la mato porque creo que puede ser peligrosa. Las demás arañas generalmente las dejo vivir, a menos que mi mamá me solicite que la mate, ya que ella es aracnofóbica.
De repente he matado avispas también, cuando me rodean y molestan porque me siento amenazado y creo que me pueden picar. O las hormigas, que siento que invaden mi propiedad cuando se comen lo que uno deja en la cocina.
Es decir, puedo matar un insecto cuando siento que hay un motivo. Que sea una amenaza, que me moleste, o que me invada.

Pero la chinita no pica. No hace daño. A lo más muerde, o hace sus necesidades sobre mi. Y es que, es verdad que no tuve intención de matarla, pero me sentí mal igual.
Para muestra un botón: ayer en la noche me tuve que levantar 3 veces porque sentía revolotear una polilla. A veces las mato porque simplemente no me dejan dormir, pero en general me demoro bastante porque no me gusta quitarles la vida, si no tomarlas de las alas y echarlas por la ventana. Y una vez que echaba a una, y apagaba la luz, sentía otra.
Incluso en el verano, a veces veo abejas o avispas ahogándose en la piscina, y me da tanta lata que las saco con lo que tenga a mano y las dejo en la orilla. En parte se trata de que me pongo en el lugar de la abeja y me parecería horrible morir así.
Sé que sacar una abeja de una piscina no me dará el premio nobel. No aparecerá en el diario. No me hará ir al cielo. No terminará con el calentamiento global. No sacará a Bush del poder, ni acabará con el sufrimiento de los seres vivos. La abeja tampoco me dará las gracias.
¿Por qué hacerlo entonces? Tal vez, simplemente porque el no hacerlo me haría sentir peor. Pero sucede que no me complica el hecho de que la abeja muera en sí, si no el estarlo presenciando, y no hacer nada. Peor aun si la situación me deja como el responsable.

Sí, creo que es parte de las leyes naturales que las abejas bajen a tomar agua y se ahoguen. Pasa todo el tiempo, a toda hora. Incluso, si no sucediera, tal vez habría muchas abejas y quien sabe que calamidades traería un desbalance natural de ese nivel. Pero no voy a salvar a todas las abejas del mundo. Es sólo que creo que si no tuviera la capacidad de variar mi entorno, de hacerlo como yo quiero, de hacerlo mejor, no sería yo mismo. No sería humano. Siento que lo que en verdad es antinatural es tener dicha capacidad y no usarla.

Despues de todo, los entomólogos dicen que somos gigantes, y los astrónomos dicen que somos granos de arena. Quizás la moraleja más obvia sería que no quiero sentirme merecedor de que un extraterrestre del porte de Júpiter me aplaste dentro de su cuaderno. Pero lo que en verdad me lleva a concluir aquello, es que la dualidad es una de las características que definen al ser humano, tanto en lo físico, lo mental y lo espiritual. O tal vez no sólo al ser humano, si no a todos los seres vivos. Pero la responsabilidad en el actuar la tenemos nosotros, por el sólo hecho de ser concientes de nuestra propia realidad como seres duales, con capacidad de desición.

Invito a todo el que haya leído este post (y a los que no, también, pero quería hacerlos sentir culpables) a ver la siguiente página. Es una animación interactiva que compara los tamaños de las cosas, desde las fronteras del universo mismo, pasando por las galaxias, planetas, aviones, el ser humano, plantas y animales hasta las moléculas y las particulas subatómicas. ¿Suena bien cierto?

http://www.nikon.com/about/feelnikon/universcale/index_f.htm

Puede ser algo enredada al comienzo, y las reseñas que trae están en inglés, pero muévanse con la rueda del mouse, o en su defecto, con los números bajo las unidades de medidas.

Aquí abajo algo más simple pero no menos sorprendente, un video que relaciona los planetas del sistema solar con otros importantes cuerpos estelares descubiertos. ¿Es el sol realmente tan grande?




Suerte!