sábado, 30 de enero de 2010

Lo que Cervantes dice


Life as it is. I have lived for over forty years and I've seen 'life as it is'. Pain. Misery. Cruelty beyond belief. I've heard all the voices of God's noblest creature -- moans from bundles of filth in the street.

I've been a soldier and a slave. I've seen my comrades fall in battle or die more slowly under the lash in Africa. I've held them at the last moment. These were men who saw 'life as it is,' but they died despairing. No glory. No brave last words. Only their eyes, filled with confusion, questioning, 'Why?' I do not think they were asking why they were dying, but why they had ever lived.

When life itself seems lunatic, who knows where madness lies? Perhaps to be too practical is madness. To surrender dreams, this may be madness. To seek treasure where there is only trash. Too much sanity may be madness. But maddest of all -- to see life as it is, and not as it should be!

Man of La Mancha.

Cuando la vida en sí parece demencial, ¿quién sabe donde yace la locura? Quizás ser muy practico es una locura. Abandonar los sueños puede ser locura. Buscar tesoros donde sólo hay basura. Demasiada cordura puede ser locura. Pero lo más demente de todo -- ver la vida como es, ¡y no como debería ser!

jueves, 28 de enero de 2010

Humans, another pointless reflection

You look yourself in the mirror, and you start to laugh. " What am i, but a fluff in the air, a handful of dust carried away by the wind?"
Uncertainty tires you. It has been corroding your thoughts since several years ago and, however, you aren't able to reach clarity about what you want, and what you believe.

Some people want to be superheros or knights. Other, the most, want to be rockstars o millionaires.
But, in times when every good idea has a copyright, and every damsel stands for herself, it seems like you had no place.
Bravery lays on fools. Nevertheless, there are many fools, and so little courage.

You are living a decadent era. Where plastic replaces hugs, and smiles are transformed in car honks. What happens to us when we realize that an "i hate you" weights so much, and an "i love you", so little?

That is what occurs when everyone seems to say and dream the good, but do and think the bad. The key to coherence must be to understand yourself. There are few who actually acomplish that, because in fact, there are just a few who bother to try. I know, it's so difficult. Maybe somewhere a manual exists to do it?

Hundreds of years ago, it seems like everything is about to collapse. But still don't.
Will it happen soon?

domingo, 24 de enero de 2010

El vecino interdimensional

En la calma del comedor de mi casa, con las ventanas abiertas por el calor, se escucha por las tardes a lo lejos una batería musical. Cada vez que se oye, en mi casa surgen comentarios como "pobre gente la que vive al lado de esos tipos", "seguro que debe tener tapizados los muros con bandejas de huevos" o "debe ser como vivir al lado de Sergio Lagos".

El tipo (que podría ser una tipa, aunque la probabilidad es más baja) a veces practica por las tardes durante la semana, ya que se escucha sólo su instrumento. En otras ocasiones, generalmente fines de semana, se escucha el conjunto completo tocando melodías de Iron Maiden y otras que no reconozco.

Al nivel de volumen que se escucha desde mi casa, no molesta, y casi es agradable. Pero como la curiosidad mató al gato, y el gato se come al ratón, y ratón tiene hanta, decidimos un día con mi familia salir a dar la vuelta a la manzana, con el único, insensato y chismoso fin de saber dónde vive el susodicho.

Para nuestra sorpresa, tras una vuelta olímpica a las 4 calles que rodean mi casa, no se escuchaba ni un sólo instrumento, en ninguna dirección.

Teorías conspiradoras comenzaron a surgir en base a este simple hecho. Algunas descabelladas hablaban de que el sonido podía provenir de 2 cuadras hacia el poniente, que es la dirección opuesta a donde pareciera provenir en primera instancia. La explicación para ésto sería el rebote de las ondas sonoras en las "sólidas" construcciones que poco a poco van bañando nuestra comuna.
Otras propuestas, mucho más cuerdas, decían que sonido provenía de un portal dimensional localizado a 50 metros desde el suelo, en la parte trasera de mi casa, y que en realidad no era una banda tocando, si no un pulpo intergaláctico multi-instrumental que gustaba del rock terrestre.

En otra oportunidad, nos dividimos en equipos, un equipo se quedó en la casa escuchando la melodía a lo lejos, y otro salió a recorrer. La hipótesis era que habíamos tenido la mala suerte de salir justo cuando el músico terminaba su sesión, y por eso no encontrabamos la fuente del sonido. Lamentablemente, éste plan tampoco dió frutos: el equipo de casa aseguró que la música nunca se detuvo, y el equipo de calle nunca escuchó nada.

Actuales propuestas planean solicitar fondos de investigación a las universidades o al estado para instalar una escalera de unos 20 metros en el patio de mi casa para dar respuesta de una vez por todas a esta interrogante tan enigmática.

Lamento no tener una respuesta por lo pronto, pero créeme que es muy probable que cuando descubramos el origen del fenómeno, lo veas publicado en la portada de la revista Revista Science. O en LUN. O en mi blog. O más probablemente, un completo reportaje en el canal NadieTV.

jueves, 21 de enero de 2010

"It's me! Bender!"

¡ Muerdan su brillante y metálico trasero !

Este pobre Bender recorrió muchos kilómetros para llegar aquí. Lo hicieron unos chinos, lo vendieron en EEUU, y lo compró un chileno como regalo de navidad atrasado.

Aunque su trasero es plástico de hecho. Gracia hemaniiiito....

Los que no hayan visto las películas de Futurama, y les guste la serie, véanlas. Son 4, y al menos las primeras 2 las encontré notables. Lástima que no estan en el doblaje clásico (mismo problema de los Simpsons), así que es mejor verlas en inglés. Estos son los nombres:

Bender's Big Score
The Beast with a Million Backs
Bender's Game
Into the Green Wild Yonder

Las 2 primeras las dan en Cinecanal a veces. Chau!

miércoles, 20 de enero de 2010

Vice in the dark

Dicen que el vicio nos acecha desde lo oscuro con su ominosa presencia. Y es verdad.

martes, 19 de enero de 2010

Knights of the Birds

Recuerdo la llegada a ese pueblo como si hubiera sido ayer. Después de dedicarme a la pesca durante toda una vida, lo cual apenas me alcanzaba para vivir, decidí buscar nuevos horizontes, viajando a un lejano pueblo minero. Un amigo vivía allí, y me convenció de ir, hablándome de las aventuras y riquezas que se encontraban en esas tierras fantásticas.

El sol parecía estar en el centro del cielo cuando llegué. Al comienzo me pareció un pueblo desolado. Algunos pocos animales, como cerdos y gallinas, paseaban libres por sus calles. Antiguas construcciones de bloques de concreto y techos de paja se levantaban junto al estrecho camino, rodeadas por un bosque verde y profundo. Éstas albergaban a diversos comerciantes que ofrecían sus productos al aire que los rodeaba, ante una soledad inquietante en todo el pueblo a la vista. Mi amigo me había dicho que el alma del pueblo eran las minas, donde se congregaban todos los habitantes para conversar, intercambiar productos y por supuesto, extraer minerales para vender, o forjar los más diversos tipos de armas y armaduras.

Claro, y es que armarse era necesario. Aparte de las maravillas que me había contado, mi amigo también me advirtió que el pueblo tenía sus peligros. Extrañas criaturas merodeaban los bosques y, a veces, incluso atacaban al pueblo y a sus habitantes. Eran seres distintos a nosotros, según me los describió; criaturas de piel arrugada y verde, calvas y con sobresalientes colmillos. Vestían harapos, que asemejaban vagamente ser armaduras de combate, e iban armados por lo general con un grueso mazo con el que atacaban a todo el que les pareciera extraño. Algunos decían haber visto algunas incluso practicar formas básicas pero igualmente aterradoras de magia para dañar a los aldeanos.

"Pero no hay que temer"- escribía mi amigo - "puesto que el pueblo cuenta con nobles guardias, dispuestos a morir por defender a los honrados habitantes de estas tierras, y que aparecerán con la velocidad de un rayo ante cualquier llamado o atisbo de problemas". Estos mismos guardias, de hecho, pasaban junto a mí en sus impresionantes corceles de pelaje blanco grisáceo, patrullando el camino costero a medida que me acercaba a la mina, que a juzgar por la cercanía del monte, no quedaba mucho más lejos.

Delante mío encontré un puente, el cual cruzaba por sobre un pequeño río, que inmediatamente después se unía con otro afluente. Justo en la costa, se encontraba el campamento gitano, entre ríos y montañas. Pequeñas carpas albergaban a los comerciantes y mineros, que alegremente trabajaban y charlaban, como si ninguna preocupación cruzara por sus mentes, como si aquella apacible tarde fuera a durar para siempre.

Una forja era el punto central del campamento, donde un hombre de barba y brazos musculosos agitaba incesantemente un enorme martillo, golpeando un mineral de color naranjo, caliente como la lava, y poco a poco transformándolo en lingotes, que al enfriarse se tornaban de un color rojo carmesí.
Varios hombres de similares características, todos con sus ropas completamente sucias por el roce con la roca y el mineral, esperaban su turno para usar la forja, mientras otros se dirigían a una gran y oscura abertura en la base del monte. Me dirigí allí para buscar a mi amigo.

Allí lo encontré, en la noche de la mina, alumbrado por una pequeña lámpara de aceite, golpeando sin descanso la roca, y guardando pequeñas piedrecillas en su bolso. Me saludó, mostrándome la recolección de su día de trabajo. A decir verdad, no parecía ser mucho mineral.
Me explicó que recientemente había llegado una ola de extranjeros, tales como nosotros, buscando riqueza y aventura. Los aldeanos, me contaba, eran generosos ayudando y guiando a los novatos, pero la tierra no aguantaba tal demanda, y los minerales comenzaban a escasear.

Salimos de la mina, para que él pudiera también moldear el mineral que había extraído. Me contó que aún no tenía ni el mineral ni la habilidad suficiente para forjarse un arma, así que había buscado otras formas para defenderse mientras tanto. Me estaba comentando rumores que hablaban sobre una villa abandonada al norte, con minas vírgenes y de tamaño mucho mayor a las de este poblado, cuando de pronto, escuchamos gritos.
-¡Orco! ¡Orco se acerca!
Una de las criaturas de las cuales me había hablado, corría hacia nosotros, a pocos metros de distancia. Con una expresión de rabia y con un mazo en la mano, perseguía a los asustados mineros, que corrían hacia las carpas llamando a los guardias.

Como salido de la nada, uno de los guardias apareció, y se paró delante de nosotros. El orco se detuvo en seco al ver a esta figura, vestida en armadura de hierro, que sostenía una lanza y una antorcha encendida, y que lo observaba con calma pero a la vez, desafiante.
-¡Vuelve al bosque bestia asquerosa! - comenzaron a gritar los aldeanos.
-¡Mátenlo!
-Pero, ¿por qué el guardia no se deshace de esa monstruosidad? - pregunto una mujer asustada.
-El rey nos ha ordenado - dijo el guardia - mantener nuestra guardia siempre cerca del campamento. No tengo autorización para salir de este lugar, ni para atacar a esta criatura a menos que traspase las fronteras de nuestro pueblo. Pero no los detendré si alguno de ustedes desea, y tiene el valor para hacerlo.
Los aldeanos y mineros se miraron unos con otros, algo nerviosos. Ninguno parecía tener experiencia en combate, y mucho menos, deseos de morir.
-Yo tengo un hacha. - dijo un hombre, que se encontraba vendiendo leña - Puede usarla aquel que se atreva a matar a la bestia.
-Yo lo haré - dijo el hombre que unos instantes atrás fabricaba lingotes.

Tomó el hacha de manos del leñador, y se acercó temerosamente al orco, el cual tenía la mirada fija en los aldeanos a los cuales había perseguido, sin prestar atención al hombre que se le acercaba por el lado. Cualquiera habría pensado que no lo había visto. El hombre llego a un par de metros de la criatura, levantó el hacha para disponerse a atacar, y sin darse cuenta, y con una rapidez excepcional, el orco lo golpeó en los brazos con el mazo, lanzándolo hacia atrás, y despidiendo el hacha por los aires.

El hombre quedó sentado, tomándose la cabeza con una mano. Hizo unos movimientos extraños, una especie de amago de levantarse, pero parecía aturdido. El orco se acercó a él lentamente, ante la impactada mirada de todos los aldeanos, y el llanto y gritos de las mujeres y los niños. Hubo un sonido de golpeteo que se acercaba, y de pronto, tras un sonido metálico y un golpe fuerte, el orco cayó de rodillas, sangrando por una gran herida en su estómago.

Un caballero, montado en un corcel de piel café, con la crin del color del trigo, yacía entre el orco y el hombre de los lingotes. Su imponente figura vestía una armadura reluciente, que reflejaba la luz del sol, haciéndolo parecer casi un ser bajado del cielo.
-Deben de tener cuidado señores - dijo el caballero - pues estas criaturas no son de confiar. Son viles y no se les debe tener misericordia, como tampoco ellas la tendrán con ustedes.
Los aldeanos lo miraban fijamente y con evidente admiración. Debo confesar que yo estaba emocionado también. Mi amigo lo observaba, como preguntándose cuantas aventuras habría vivido aquel hombre, cuantas batallas, cuanta gloria.
-He venido por orden del rey - continuó el caballero - a guiar a todos aquellos valientes que deseen aprender de las artes del combate y estén dispuestos a pelear por su majestad en la defensa de nuestra ciudad capital, ante la reciente invasión de seres indeseables como el que acabo de ajusticiar. Les mostraré el camino hacia allá, donde aprenderán a lidiar con criaturas como ésta - dijo apuntando sin mirar con su espada, que aun chorreaba sangre, al orco en el suelo.

Esto trajo mi atención a la verde criatura nuevamente, la cual había quedado en el piso tendida de espaldas al campamento, y a nosotros. El hombre de los lingotes ya se había puesto de pié, y algunas personas lo ayudaban a entrar a una de las carpas.
Pero algo no estaba bien. El hacha no se veía por ninguna parte. Justo en el momento en que me percaté de ello, el orco se incorporó de improviso, ý se volteo hacia el caballero, quien aún hablaba distraídamente a los embelesados aldeanos. Tenía el hacha en las manos, y la levantó en el aire para atacar al caballero por la espalda. No alcancé a gritar. Fue demasiado rápido, y el miedo y el asombro me bloquearon. Se escuchó un leve golpe y algo pasó cortando el viento junto a mí. Cuando me di cuenta, vi que una flecha había atravesado la frente del orco, quien quedo unos segundos de pie, inmóvil, con el hacha deslizándose de sus manos, para luego caer hacia atrás, muerto al fin.

Al mirar a mi lado, buscando el origen de la flecha, vi a mi amigo, con sus brazos en el aire, sosteniendo un arco y apuntando hacia donde segundos atrás, la bestia estuvo apunto de matar al caballero.
Algunos curiosos se acercaron a mirar el demacrado cadáver del orco. El resto de la gente aplaudió al minero que salvó al caballero. El minero que pronto sería un caballero.

-Parece que haremos un viajecito a Britain - dijo mi amigo sonriendo.

lunes, 18 de enero de 2010

Maratón de a 1

Hoy estaba sentado en el computador (para variar). De repente, sin razón aparente, sentí deseos de correr. Me puse zapatillas y salí de la pieza.

Mi hermano, echado con su notebook, no me vió pasar. El día estaba inusualmente fresco; un poco de viento, con nubosidad parcial variando a despejado (mandaré currículum a Tv tiempo). Ésta sería una buena oportunidad para comprobar mi estado físico -probablemente deplorable- sin derretirme en el intento.

Llegué al patio. "¿Seré capaz aún?" pensé. Lo más cercano que había estado a trotar desde mi salida del colegio era al perseguir las micros que no paraban donde correspondía. Y con el transantiago, ya ni eso era necesario ( wow... un cumplido para el transporte, ¡quién lo diría! ).

¿Como era que se hacía? Recordaba que "correr" era algo parecido a "caminar"... sólo que un poco más rápido. Mi pié izquierdo se adelantó, dejando al derecho atrás, pero éste sin demora se impúlso con pierna, cuerpo y todo hacia adelante, dejando al izquierdo atrás, el cual recuperaría la delantera de inmediato. Ésto se convirtió en una cíclica pelea entre pies que duró 15 minutos cronometrados (no se le puede pedir más a alguien que no ha trotado desde hace 5 años atras), en un pequeño circuito urbano-rural (baldosa y pasto) en forma de un "8" de al rededor de 20 metros. De hecho la forma del circuito empezó mareándome, pero luego se me pasó :P.

Era curioso. Era algo tan lejano que hasta fue como nostálgico. Vinieron a mi mente los recorridos de la muerte a la cancha de mi colegio, en que por contraste uno se veía desmerecido frente a los más atléticos de su propio curso, y relegado al grupo de los gorditos y los pajeros. Creo que 15 vueltas en 12 minutos era un 7, y a mayor tiempo, menor nota (nunca tuve un 7, pero en mi defensa, tampoco menos de 5).

Mi garganta se secó y comenzó a arder un poco, como si la fricción del aire con los ductos internos de mi sistema respiratorio los desgastara. Sudaba como si estuviera en un sauna, pero el choque del aire con mi cara me mantenía fresco.

Mientras corría, vino a mi de repente la pregunta más obvia. ¿Por qué estoy corriendo?
Comencé a buscar posibles explicaciones:

Algunos lo hacen para mantener el estado físico.
Erika Olivera corre porque quiere ganar.
Otros dicen correr porque los entretiene (seguro no tienen TV o computador).
Forrest Gump corría porque estaba aburrido (concuerda con la anterior).
Sonic corre para frustrar los planes de dominacion del Dr.Robotnik.
Speedy Gonzalez corría para robar queso y alimentar a su familia (¿o eran amigos?).
Ante tantos ejemplos, cada uno más noble que el anterior, decidí teorizar por mi cuenta.
Creo que primeramente, quería saber si me la podía aún. Un criterio suficientemente salomónico como para satisfacer mi autocrítica masoquista, que me permitiera saber si en definitiva soy joven aún, o me transformé en un viejo de golpe.
Segundamente, creo que buscaba una metáfora física que me permitiera sentir que avanzo. Hacia lo bueno o hacia lo malo, da igual, pero avanzo. Lo que significa, a la vez, que dejo atrás lo que ya ha pasado. En ese aspecto, preferiría pensar que dejo atrás todo lo malo, y sólo lo malo. No se si lo estoy consiguiendo.

En ambas motivaciones siento que tuve un resultado positivo. Me siento viejo, pero tengo el potencial de seguir siendo joven, mental y físicamente. Y respecto a la metáfora, resultó curioso experimentar sensorial e inmediatamente el desgaste de la vida, pero a la vez las recompensas del crecimiento, que muchas veces, no vemos con claridad.

No sé si repita el experimento. Pero por ahora, misión cumplida.