El día Viernes fue poco usual climatológicamente hablando (que profesional suena). Como que quería y no quería llover, y los periodistas decían en la TV "se han presentado chubascos en la zona Oriente que han pillado por sorpresa a los vecinos". O sea, "si va para arriba, no sea gil, no vaya en pura camisa, lleve paraguas abrigo botas impermeable y a ser posible, un traje de buzo".
Para no ser porfiado, agarré una chaqueta de mi hermano y salí. Las pocas gotas que caían, se detuvieron apenas pisé la vereda afuera de mi casa. De todas formas ya no me iba a devolver a dejar la chaqueta. Me cagué de calor en el Metro (no me pude la sacar porque eso equivalía a quitarle su lugar en el vagón a un enano de circo). Llegué al trabajo, sin recibir niuna gota, y al rato, se puso a llover. "Que suerte", pensé.
A la salida, lo mismo. Llegué a mi casa sólo con un par de chispitas de agua en el hombro, y al rato de que entré, empezó a llover. Pero no era lluvia solamente; era un aguacero. "Que suerte", pensé denuevo. El agua caía como lanzada con furia desde el cielo.
Me llamó mi hermano. Se vio un flash de luz en el cielo.
-Oye. ¿Me podís venir a buscar?
Sonó un trueno, de forma estridente, sea lo que sea que eso signifique.
-¡El fin se acerca!- le dije - La media cagá con la lluvia. ¿Pediste prestado el auto?
-No, pero da lo mismo, ven a buscarme que hay el medio aguacero.
-Ya bueno.
Distribuí los lavatorios para que atraparan el mayor porcentaje posible de chorritos de agua. La pieza parecía lavandería después de un terremoto. Llamé a mi hermano.
-Oye, no te voy a voy a poder ir a buscar.
-¿Por que?
-Porque me estoy ahogando. ¡ahhh! ¡El agua me persigue!
Le corté.
El agua comenzaba a fluir por debajo de algunos muebles de la pieza. Empecé a mover todo lo que se estaba mojando, aspiradora, enceradora, un balón de gas. Iba de un lado a otro buscando el trapeador, y no lo podía encontrar. El agua avanzaba como en esas películas donde el tipo esta atrapado en una pieza-trampa y eventualmente se va a ahogar. Bueno, no iba subiendo, pero avanzaba hacia los lados, como tratando de entrar al resto de las piezas, a MI pieza, amenazando con destruir todo aquello por lo que valía la pena vivir: La TV, el computador y la cama.
Finalmente encontré el trapeador; vaya a saber uno por qué, pero estaba separado en 3 partes, en 3 lugares diferentes de la casa. Me puse a recoger agua. Entraba más agua de la que podia recoger. Por suerte la lluvia iba disminuyendo en fuerza y frecuencia... que rico, trabajar toda la semana esperando la llegada del Viernes, para llegar a la casa y seguir trabajando... aunque en un área algo diferente.
Luego de un rato, llegó mi mamá, y mi hermano. Sabíamos que en este momento las canaletas de agua en el techo debían parecerse mucho a las calles de Venecia, así que mi hermano me ayudó a subir al techo, en una misión suicida, como tantas otras veces. Iba bien tapado para no morir de hipotermia pero sin embargo, cuando me disponía a subir, dejó de llover. ¡Que suerte!
Arriba realmente las canales eran ríos. Era lógico que el agua se entrara, por alguna parte tenía que fluir, y las bajadas tenían tapones naturales de mugre. Metí la mano al agujero de la bajada de agua, removiendo una materia negra y viscosa, supuestamente hecha de barro, hojas y polvo, en grandes cantidades. El agua comenzó a bajar rápidamente, y las goteras poco a poco se fueron terminando. Después de limpiar un poco las canales, me bajé de techo. Todo estaba arreglado. Al menos ahora, si empezaba a llover, todo funcionaría bien.
Una vez que entré a la casa, sin haberme mojado casi nada, comenzó a llover denuevo. ¡Que suerte tengo!