Es increible cómo ordenar la propia habitación puede convertirse en una quest para encontrar objetos asociados con buenos momentos. Ocultos bajo polvo y papeles viejos, encontramos boletos de micros, folletos, credenciales, incluso dibujos ociosos de la época escolar. Todos los tuvimos, pocos los guardamos y, sin embargo ni duda, corresponden a verdaderos tesoros, únicos e irrepetibles.
Increíble es también que el sólo hecho de guardar estos objetos pueda convertirse en una forma de viajar por el tiempo. Pero no al pasado, sino al futuro.
Visualizándote a ti mismo dentro de unos 40 años más, revisando toda esa basura, riéndote y humedeciéndose tu vista ante estos pequeños puentes cuánticos hacia un pasado tan distante pero tan cercano también.
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