domingo, 1 de agosto de 2010

Cueste lo que cueste

El soldado se alista para la guerra. En su casa, empaca sus víveres y sus armas, se coloca su armadura. Su esposa lo observa, sentada a lo lejos, con lágrimas bajando por sus mejillas.


-¿ Y si mueres ? - dice repentinamente ella.
-No moriré - contesta el soldado - Soy hábil, inteligente, y rápido. Y el ejército al que pertenezco es el mejor.
-No depende de ti. Muchos hombres como tú han muerto ya luchando.¿Qué voy a hacer si...?
-No te preocupes amor. Te prometo que volveré, cueste lo que cueste.
-¿Cueste lo que cueste?
-Sí.
-¿Correrías para salvarte?
-Sí.
-¿Matarías para salvarte?
-Sí.
-¿Incluso a un compañero? ¿A un amigo?
-Bueno yo...
-¿Abandonarías a tu escuadrilla para salvarte? ¿Traicionarías todo aquello en lo que crees para cumplir tu promesa de volver?
-No sé, en verdad...
-Entonces, no prometas lo que no eres capaz de cumplir - sentenció la mujer, secándose las lágrimas -. Sólo vete, y esperemos que los dioses te protejan.

El soldado la mira un momento, preocupado. Luego, sin decir más, se da media vuelta, y sale de la casa, cerrando la puerta tras de él.
Mientras camina hacia el sol que en ese momento se asoma sobre la colina, dice en voz baja:
-Lo que no sé amor, es cómo puedes preguntarme eso. Mataría a los mismos dioses de ser necesario para volver a tu lado.

1 comentario:

Norberto Donato dijo...

El soldado se prepara para la guerra, para ganarla. El atleta se prepara para la carrera, para ganarla. Nosotros nos preparamos para la vida, para vivirla.

¿Y si se pierde la guerra, si se pierde la carrera, si se pierde la vida?

Nacer, vivir, morir. Tres etapas de la vida pero sólo nos preparamos para las dos primeras.

Me veo mirando el sol, como el soldado y queriendo matar a los mismos dioses para no llegar a la última etapa, para volver.