miércoles, 7 de mayo de 2025

Tren

Pucha que duele cuando conoces a alguien en el viaje, pero se baja 2 paraderos más allá.

Lo echas de menos. Ni siquiera alcanzaste a terminar lo que le estabas contando, y se baja apurado.

Pero se suben otros. Y esos otros también se bajan 3 o 4 estaciones después.

Finalmente están los que se suben y no te dejan más. Porque resulta que ellos siguen, y el que se baja primero eres tú.

Y la verdad, a veces cuando el vagón detenido comienza a moverse poco a poco, no tienes claro si el que se mueve es el tren de al lado, o el tuyo. Da igual cual de las 2 alternativas sea. El resultado es el mismo.

Y al final te acostumbras a que es parte de andar en tren. Y que es mejor mirar el paisaje del frente que el de atrás. 

No es que lo de atrás no sea lindo, al  contrario. Aunque no mires para atrás, la vista de adelante está teñida de hermosos colores, que vienen desde paisajes que hace un rato dejaste atrás.

Y quizás lo más sorprendente de todo, es descubrir que hay belleza en el propio tren; sin cambiarse de asiento, sin moverse de vagón.

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