domingo, 24 de enero de 2010

El vecino interdimensional

En la calma del comedor de mi casa, con las ventanas abiertas por el calor, se escucha por las tardes a lo lejos una batería musical. Cada vez que se oye, en mi casa surgen comentarios como "pobre gente la que vive al lado de esos tipos", "seguro que debe tener tapizados los muros con bandejas de huevos" o "debe ser como vivir al lado de Sergio Lagos".

El tipo (que podría ser una tipa, aunque la probabilidad es más baja) a veces practica por las tardes durante la semana, ya que se escucha sólo su instrumento. En otras ocasiones, generalmente fines de semana, se escucha el conjunto completo tocando melodías de Iron Maiden y otras que no reconozco.

Al nivel de volumen que se escucha desde mi casa, no molesta, y casi es agradable. Pero como la curiosidad mató al gato, y el gato se come al ratón, y ratón tiene hanta, decidimos un día con mi familia salir a dar la vuelta a la manzana, con el único, insensato y chismoso fin de saber dónde vive el susodicho.

Para nuestra sorpresa, tras una vuelta olímpica a las 4 calles que rodean mi casa, no se escuchaba ni un sólo instrumento, en ninguna dirección.

Teorías conspiradoras comenzaron a surgir en base a este simple hecho. Algunas descabelladas hablaban de que el sonido podía provenir de 2 cuadras hacia el poniente, que es la dirección opuesta a donde pareciera provenir en primera instancia. La explicación para ésto sería el rebote de las ondas sonoras en las "sólidas" construcciones que poco a poco van bañando nuestra comuna.
Otras propuestas, mucho más cuerdas, decían que sonido provenía de un portal dimensional localizado a 50 metros desde el suelo, en la parte trasera de mi casa, y que en realidad no era una banda tocando, si no un pulpo intergaláctico multi-instrumental que gustaba del rock terrestre.

En otra oportunidad, nos dividimos en equipos, un equipo se quedó en la casa escuchando la melodía a lo lejos, y otro salió a recorrer. La hipótesis era que habíamos tenido la mala suerte de salir justo cuando el músico terminaba su sesión, y por eso no encontrabamos la fuente del sonido. Lamentablemente, éste plan tampoco dió frutos: el equipo de casa aseguró que la música nunca se detuvo, y el equipo de calle nunca escuchó nada.

Actuales propuestas planean solicitar fondos de investigación a las universidades o al estado para instalar una escalera de unos 20 metros en el patio de mi casa para dar respuesta de una vez por todas a esta interrogante tan enigmática.

Lamento no tener una respuesta por lo pronto, pero créeme que es muy probable que cuando descubramos el origen del fenómeno, lo veas publicado en la portada de la revista Revista Science. O en LUN. O en mi blog. O más probablemente, un completo reportaje en el canal NadieTV.

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