lunes, 18 de enero de 2010

Maratón de a 1

Hoy estaba sentado en el computador (para variar). De repente, sin razón aparente, sentí deseos de correr. Me puse zapatillas y salí de la pieza.

Mi hermano, echado con su notebook, no me vió pasar. El día estaba inusualmente fresco; un poco de viento, con nubosidad parcial variando a despejado (mandaré currículum a Tv tiempo). Ésta sería una buena oportunidad para comprobar mi estado físico -probablemente deplorable- sin derretirme en el intento.

Llegué al patio. "¿Seré capaz aún?" pensé. Lo más cercano que había estado a trotar desde mi salida del colegio era al perseguir las micros que no paraban donde correspondía. Y con el transantiago, ya ni eso era necesario ( wow... un cumplido para el transporte, ¡quién lo diría! ).

¿Como era que se hacía? Recordaba que "correr" era algo parecido a "caminar"... sólo que un poco más rápido. Mi pié izquierdo se adelantó, dejando al derecho atrás, pero éste sin demora se impúlso con pierna, cuerpo y todo hacia adelante, dejando al izquierdo atrás, el cual recuperaría la delantera de inmediato. Ésto se convirtió en una cíclica pelea entre pies que duró 15 minutos cronometrados (no se le puede pedir más a alguien que no ha trotado desde hace 5 años atras), en un pequeño circuito urbano-rural (baldosa y pasto) en forma de un "8" de al rededor de 20 metros. De hecho la forma del circuito empezó mareándome, pero luego se me pasó :P.

Era curioso. Era algo tan lejano que hasta fue como nostálgico. Vinieron a mi mente los recorridos de la muerte a la cancha de mi colegio, en que por contraste uno se veía desmerecido frente a los más atléticos de su propio curso, y relegado al grupo de los gorditos y los pajeros. Creo que 15 vueltas en 12 minutos era un 7, y a mayor tiempo, menor nota (nunca tuve un 7, pero en mi defensa, tampoco menos de 5).

Mi garganta se secó y comenzó a arder un poco, como si la fricción del aire con los ductos internos de mi sistema respiratorio los desgastara. Sudaba como si estuviera en un sauna, pero el choque del aire con mi cara me mantenía fresco.

Mientras corría, vino a mi de repente la pregunta más obvia. ¿Por qué estoy corriendo?
Comencé a buscar posibles explicaciones:

Algunos lo hacen para mantener el estado físico.
Erika Olivera corre porque quiere ganar.
Otros dicen correr porque los entretiene (seguro no tienen TV o computador).
Forrest Gump corría porque estaba aburrido (concuerda con la anterior).
Sonic corre para frustrar los planes de dominacion del Dr.Robotnik.
Speedy Gonzalez corría para robar queso y alimentar a su familia (¿o eran amigos?).
Ante tantos ejemplos, cada uno más noble que el anterior, decidí teorizar por mi cuenta.
Creo que primeramente, quería saber si me la podía aún. Un criterio suficientemente salomónico como para satisfacer mi autocrítica masoquista, que me permitiera saber si en definitiva soy joven aún, o me transformé en un viejo de golpe.
Segundamente, creo que buscaba una metáfora física que me permitiera sentir que avanzo. Hacia lo bueno o hacia lo malo, da igual, pero avanzo. Lo que significa, a la vez, que dejo atrás lo que ya ha pasado. En ese aspecto, preferiría pensar que dejo atrás todo lo malo, y sólo lo malo. No se si lo estoy consiguiendo.

En ambas motivaciones siento que tuve un resultado positivo. Me siento viejo, pero tengo el potencial de seguir siendo joven, mental y físicamente. Y respecto a la metáfora, resultó curioso experimentar sensorial e inmediatamente el desgaste de la vida, pero a la vez las recompensas del crecimiento, que muchas veces, no vemos con claridad.

No sé si repita el experimento. Pero por ahora, misión cumplida.


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